Desde tu nido de “alergias",
del delirio de tu escualidez,
brota tu veneno.
Una verdad absoluta acogida en tus huesos,
el peso de tanta auto-sobre-valoración
sólo visible en tus ojeras.
Dedos huesudos
siempre uno extendido para acusar,
nunca los cinco juntos en señal compasiva.
Y aún así,
de una pasa seca, mustia,
surgen dos hadas.
Autoemaciación
que no te deja disfrutar
del enorme banquete frente a tus ojos.
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1 comentario:
Me gustó el título, ya me estoy imaginando esas neuronas con las costillas marcadas.
"Dedos huesudos
siempre uno extendido para acusar,
nunca los cinco juntos en señal compasiva"
Acusar siempre es más fácil que aplaudir.
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