Aquí estoy en un lugar nuevo, sin nada que me ate al pasado, y aún aferrada a él.
Tres décadas de rutina son difíciles de romper. Sólo dos o tres raíces, pero grandes y fuertes, me aseguraban firmemente a la tierra. Y en la noche de mayo, a espera de luna llena, se tramó la poda; como es de esperar, cual raro injerto, se me cortó el hilo de vida.
Por primera vez un singular abortado de un imperfecto plural de sustantivos que nunca combinaron, y con la emancipación llegó el desconcierto.
Ahora, plantada en terreno recién removido, sin cepas que me afiancen, me toca crecer. Brotar ramas seguras, que sostengan el fruto de una cosecha milenaria que alimentará al mundo con su dulce pulpa.
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1 comentario:
DESconcertada.
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