Tengo un pánico increíble a caer presa en el sistema carcelario de nuestro país. Siendo “sistema” una palabra rebuscada para el “arroz con mango” que es el manejo y desempeño de las superpobladas cárceles dominicanas. El desasosiego de dormir en el piso, en ser la chula de “La Montra de Najayo”, a sólo comer cuando alguien de fuera se recuerde de mí, de la mugre, la violencia muda y la degradación de la vida humana.
A ese pánico le agradezco, porque me “mantiene a raya”. Porque su sólo recuerdo me ha hecho dar pasos atrás justo antes de degollar a más de una ejecutiva de cuentas o tráfico. Porque no me salgo de mi presupuesto al ir a supermercado, y esas fugaces ideas de “embolsillarme” un Toblerone no llegan a materializarse. Porque lo llevo de copiloto recordándome las leyes de tránsito (al menos cuando AMET está mirando). Porque por profunda que sea mi olla, ese dinero que manejo, y que no me pertenece, fluye regularmente por las cadenas a seguir, sin que un pesito caiga en mis bolsillos.
Y es que es de agradecer el tener ese miedito interno que te dice lo que está bien y lo que no, porque es muy duro que el temor a hacer lo malo, que te faltó al cometer fechorías, te venga a salir al pisar Najayo.
viernes, 25 de julio de 2008
miércoles, 23 de julio de 2008
miéRcoles de julio
martes, 22 de julio de 2008
aRish
Gracias a mi queridísima amiga “matusa” (gentilicio de Las Matas de Farfán del cual poseo trademark) conocí el arish. Es un queso fuerte traído a nuestras tierras por libaneses asentados en Las Matas el cual a primera vista no es la gran cosa, tal vez debido a que la cubierta de orégano molido le da un toque medio “rústico”. Ayer, de nuevo, tuve el placer de degustarlo, pero esta vez, a diferencia de la primera, estaba sorpresivamente picante; así que me tocó bajármelo con una galleta matera. Puedo morir tranquila, ya conozco el cielo.
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