Tengo un pánico increíble a caer presa en el sistema carcelario de nuestro país. Siendo “sistema” una palabra rebuscada para el “arroz con mango” que es el manejo y desempeño de las superpobladas cárceles dominicanas. El desasosiego de dormir en el piso, en ser la chula de “La Montra de Najayo”, a sólo comer cuando alguien de fuera se recuerde de mí, de la mugre, la violencia muda y la degradación de la vida humana.
A ese pánico le agradezco, porque me “mantiene a raya”. Porque su sólo recuerdo me ha hecho dar pasos atrás justo antes de degollar a más de una ejecutiva de cuentas o tráfico. Porque no me salgo de mi presupuesto al ir a supermercado, y esas fugaces ideas de “embolsillarme” un Toblerone no llegan a materializarse. Porque lo llevo de copiloto recordándome las leyes de tránsito (al menos cuando AMET está mirando). Porque por profunda que sea mi olla, ese dinero que manejo, y que no me pertenece, fluye regularmente por las cadenas a seguir, sin que un pesito caiga en mis bolsillos.
Y es que es de agradecer el tener ese miedito interno que te dice lo que está bien y lo que no, porque es muy duro que el temor a hacer lo malo, que te faltó al cometer fechorías, te venga a salir al pisar Najayo.
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1 comentario:
Lo grande es que de ninguna manera ella iba a formar parte de los presos "comunes": no es verdad que ella iba a dormir en el piso ni a comer a veces, no miamol: lo de ella iba -o va porque la esperanza es lo ultimo que se pierde hasta aqui-a ser neverita en su "habitacion", visitas abajo de la mata de mango, sillitas de plastico, y asi de delicado.
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